El árbitro redondeó una actuación totalmente desastrosa en
el encuentro ante Estudiantes de La Plata, dirigiendo condicionado por una
jugada dudosa de Román Martínez, permitiendo que le manejaran el partido y
cometiendo un grosero error en la expulsión a Carlos Sánchez.
Paupérrimo, lamentable. No hay otras calificaciones para el
arbitraje que Diego Abal llevó a cabo en el estadio Único de La Plata. El
referí, que jamás queda exento de cuestionamientos y críticas, esta vez rozó el
descaro, luego de intentar conformar tanto a hinchas como jugadores de
Estudiantes de La Plata, todo debido a un reclamo de penal que se dio tras una
mala salida de Marcelo Barovero, quien en su afán de conseguir el balón, salió
a destiempo y, debiendo analizar detalladamente la repetición, golpeó a Román
Martínez, volante del Pincha que fue reemplazado tras esa jugada, ya que
terminó lesionado.
Abal hizo caso omiso de esa situación, algo que lo perjudicó
el resto del partido, ya que cobró varios fouls de dudosa veracidad a favor de
Estudiantes de La Plata, sin dudar en mostrar la tarjeta amarilla. Y en esa
desesperación de rogar por el perdón local, demostrando una alarmante falta de
actitud, el árbitro expulsó por doble amonestación a Carlos Sánchez. La primera
sanción, un choque a la altura de la mitad de cancha, válida la interpretación.
Pero la segunda amarilla fue la que desató el enojo del uruguayo y sus
compañeros, ya que el volante de River se dirigía solo hacia el gol y fue
visiblemente empujado por un jugador rival, con un roce que existió y que
fácilmente pudo haber sido interpretado como penal para el visitante.
Pero claro, si no sancionó para Estudiantes de La Plata, no
podía sancionar para River, ya que Abal debía redimirse para que el partido no
se le fuera de las manos, y poder quedar bien con los indignados Pinchas. Diego
Abal, en el fondo, un buen tipo...
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